Vistas de página en total

miércoles, 26 de julio de 2017

TODOS ....NECESITAMOS A ALGUIEN


No te engañes. 
Claro que necesitas a alguien.
Todos necesitamos a alguien.
Lo que pasa es que nos hemos ido construyendo en hormigón. 
Crees que el individualismo es hacer lo que quieres cuando quieres.
Y no te das cuenta de que lo único que estás haciendo es huir. 
Con todas esas capas de cinismo, determinación y falsa seguridad.
Te cagas porque te abracen por la noche.
Como todos.
Porque todos vamos directos hacia la muerte. 
Y porque este camino da mucho miedo si lo hacemos solos.
Así que deja ya la máscara a un lado.
Deja ya las excusas intelectualizadas sobre tus necesidades. 
Sobre tu idea de cómo debe ser la vida.
Deja ya los discursos elaborados sobre la forma correcta de ser.
Todo eso no tiene nada que ver con sentir. 
Vuelve al instante antes de que todo se torciera.
Al instante antes de que te hicieran daño por primera vez.
En el que te cambiaron las mariposas por neuronas.
Y recuerda.
Recuerda lo bonito que era sentir que eras algo para alguien.
El alivio de dejar de pertenecerte a ti mismo durante un rato.
Apuesta. 
Comprométete con un sentimiento, siempre.
Tienes que estar presente, siempre. 
Si solo tenemos este instante.
¿Por qué vas a desaprovecharlo pensando? 
Desármate de la madurez.
No necesitas reafirmarte.
Necesitas enamorarte. 
Como cuando tenías quince y el mundo se dividía entre el tiempo de estar besando y el resto del tiempo.
Necesitas que alguien camine un rato contigo.
Te sujete la mochila cuando vayas a beber agua.
Te haga una broma.
Te diga que ya vamos llegando.
O que esté en silencio.
Pero contigo. 
Así que ya sabes.
De hoy no pasa.
Para que la invites a bailar.
Para que le abraces por detrás.
Para que dejes de engañarte.
Y vuelvas a creer.

Y FUE CUANDO NADIE LLEGO

http://viajesdelcorazon.net/p-fue-cuando-nadie-llego-3176

domingo, 23 de julio de 2017

SABIDURIA DE LOS INDIGENAS AMERICANOS

http://larutadelailuminacion.blogspot.com.es/2011/09/sabiduria-de-los-indigenas-americanos.html

ME DOY PERMISO

ME DOY PERMiSO...
Me doy permiso para separarme de personas que me traten con brusquedad, presiones o violencia, de las que me ignoran, me niegan un beso, un abrazo...
No acepto ni la brusquedad ni mucho menos la violencia aunque vengan de mis padres o de mi marido, o mujer. Ni de mis hijos, ni de mi jefe, ni de nadie. Las personas bruscas o violentas quedan ya, desde este mismo momento fuera de mi vida. Soy un ser humano que trata con consideración y respeto a los demás, por ello, merezco también consideración y respeto.
Me doy permiso para no obligarme a ser "el alma de la fiesta", el que pone el entusiasmo en las situaciones, ni ser la persona que pone el calor humano en el hogar, la que está dispuesta al diálogo para resolver conflictos cuando los demás ni siquiera lo intentan.
No he nacido para entretener y dar energía a los demás a costa de agotarme yo: no he nacido para estimularles con tal de que continúen a mi lado. Mi propia existencia, mi ser; ya es valioso. Si quieren continuar a mi lado deben aprender a valorarme. Mi presencia ya es suficiente: no he de agotarme haciendo más.
Me doy permiso para no tolerar exigencias desproporcionadas en el trabajo. No voy a cargar con responsabilidades que corresponden a otros y que tienen tendencia a desentenderse. Si las exigencias de mis superiores son desproporcionadas hablaré con ellos clara y serenamente.
Me doy permiso para no hundirme las espaldas con cargas ajenas.
Me doy permiso para dejar que se desvanezcan los miedos que me infundieron mis padres y las personas que me educaron. El mundo no es sólo hostilidad, engaño o agresión: hay también mucha belleza y alegría inexplorada.
Decido abandonar los miedos conocidos y me arriesgo a explorar las aventuras por conocer. Más vale lo bueno que ya he ido conociendo y lo mejor que aún está por conocer. Voy a explorar sin angustia.
Me doy permiso para no agotarme intentando ser una persona excelente.
-No soy perfecto, nadie es perfecto y la perfección es oprimente.
Me permito rechazar las ideas que me inculcaron en la infancia intentando que me amoldara a los esquemas ajenos, intentando obligarme a ser perfecto: un hombre sin fisuras, rígidamente irreprochable. Es decir: inhumano.
Asumo plenamente mi derecho a defenderme, a rechazar la hostilidad ajena, a no ser tan correcto como quieren; y asumo mi derecho a ponerles límites y barreras a algunas personas sin sentirme culpable.
No he nacido para ser la víctima de nadie.
Me doy permiso para no estar esperando alabanzas, manifestaciones de ternura o la valoración de los otros.
Me permito no sufrir angustia esperando una llamada de teléfono, una palabra amable o un gesto de consideración.
Me afirmo como una persona no adicta a la angustia.
-Soy yo quien me valoro, me acepto y me aprecio No espero a que vengan esas consideraciones desde el exterior. Y no espero encerrado o recluido ni en casa, ni en un pequeño círculo de personas de las que depender.
Al contrario de lo que me enseñaron en la infancia, la vida es una experiencia de abundancia.
Me doy permiso para no estar al día en muchas cuestiones de la vida: no necesito tanta información, tanto programa de ordenador, tanta película de cine, tanto periódico, tanto libro, tantas músicas.
Decido no intentar absorber el exceso de información. Me permito no querer saberlo todo. Me permito no aparentar que estoy al día en todo o en casi todo. Y me doy permiso para saborear las cosas de la vida que mi cuerpo y mi mente pueden asimilar con un ritmo tranquilo.
Decido profundizar en todo cuanto ya tengo y soy. Con lo que soy es más que suficiente. Y aún sobra.
Me doy permiso para ser inmune a los elogios o alabanzas desmesurados: las personas que se exceden en consideración resultan abrumadoras. Y dan tanto porque quieren recibir mucho más a cambio. Prefiero las relaciones menos densas.
Me permito un vivir con levedad, sin cargas ni demandas excesivas. No entro en ese juego.
Si intentan presionarme para que haga lo que mi cuerpo y mi mente no quieren hacer, me afirmo tranquila y firmemente diciendo que no. Es sencillo y liberador acostumbrarse a decir "no".
Me doy el permiso más importante de todos: el de ser auténtico. No me impongo soportar situaciones y convenciones sociales que agotan, que me disgustan o que no deseo. No me esfuerzo por complacer.
Elijo lo que me da salud y vitalidad.
Me hago más fuerte y más sereno cuando mis decisiones las expreso como forma de decir lo que yo quiero o no quiero, y no como forma de despreciar las elecciones de otros.
No me justificaré: si estoy alegre, lo estoy; si estoy menos alegre, lo estoy; si un día señalado del calendario es socialmente obligatorio sentirse feliz, yo estaré como estaré.
Me permito estar tal como me sienta bien conmigo mismo y no como me ordenan las costumbres y los que me rodean: lo "normal" y lo "anormal" en mis estados emocionales lo establezco yo.

Mostrar más reacciones