"El enamorarse tampoco es amor, sino desear para ti
una imagen que te imaginas de una persona. Todo es un sueño, porque esa persona
no existe. Por eso, en cuanto conoces la realidad de esa persona, como no
coincide con lo que tú te imaginabas, te desenamoras. La esencia de todo
enamoramiento son los deseos. Deseos que generan celos y sufrimiento porque, al
no estar asentados en la realidad, viven en la inseguridad, en la desconfianza,
en el miedo a que todos los sueños se acaben, se vengan abajo.
"El enamoramiento proporciona cierta emoción y
exaltación que gusta a las personas con una inseguridad afectiva y que
alimentan una sociedad y una cultura que hacen de ello un comercio. Cuando
estás enamorado no te atreves a decir toda la verdad por miedo a que el otro se
desilusione porque, en el fondo, sabes que el enamoramiento sólo se alimenta de
ilusiones e imágenes idealizadas.
"El enamoramiento supone una manipulación de la
verdad y de la otra persona para que sienta y desee lo mismo que tú y así poder
poseerla como un objeto, sin miedo a que te falle. El enamoramiento no es más
que una enfermedad y una droga del que, por su inseguridad, no está capacitado
para amar libre y gozosamente.
La gente insegura no desea la felicidad de verdad;
porque teme el riesgo de la libertad y, por ello, prefiere la droga de los
deseos. Con los deseos vienen el miedo, la ansiedad, las tensiones y..., por
descontado, la desilusión y el sufrimiento continuos. Vas de la exaltación al
desespero.
"¿Cuánto dura el placer de creer que has conseguido
lo que deseabas? El primer sorbo de placer es un encanto, pero va prendido
irremediablemente al miedo a perderlo, y cuando se apoderan de ti las dudas,
llega la tristeza. La misma alegría y exaltación de cuando llega el amigo, es
proporcional al miedo y al dolor de cuando se marcha... o cuando lo esperas y
no viene... ¿Vale la pena? Donde hay miedo no hay amor, y podéis estar bien
seguros de ello.
"Cuando despertamos de nuestro sueño y vemos la
realidad tal cual es, nuestra inseguridad termina y desaparecen los miedos,
porque la realidad es y nada la cambia. Entonces puedo decirle al otro:
"Como no tengo miedo a perderte, pues no eres un objeto de propiedad de
nadie, entonces puedo amarte así como eres, sin deseos, sin apegos ni
condiciones, sin egoísmos ni querer poseerte." Y esta forma de amar es un
gozo sin límites.
"¿Qué haces cuando escuchas una sinfonía? Escuchas
cada nota, te deleitas en ella y la dejas pasar, sin buscar la permanencia de
ninguna de ellas, pues en su discurrir está la armonía, siempre renovada y
siempre fresca. Pues, en el amor, es igual. En cuanto te agarras a la
permanencia destruyes toda la belleza del amor. No hay pareja ni amistad que
esté tan segura como la que se mantiene libre. El apego mutuo, el control, las
promesas y el deseo, te conducen inexorablemente a los conflictos y al
sufrimiento y, de ahí, a corto o largo plazo, a la ruptura. Porque los lazos
que se basan en los deseos son muy frágiles. Sólo es eterno lo que se basa en
un amor libre. Los deseos te hacen siempre vulnerable.
"Hay dos tipos de deseos o de dependencias: el
deseo de cuyo cumplimiento depende mi felicidad y el deseo de cuyo cumplimiento
no depende mi felicidad.
"El deseo marca siempre una dependencia. Todos
dependemos, en cierto sentido, de alguien (el panadero, el lechero, el
agricultor, etc., que son necesarios para nuestra organización). Pero depender
de otra persona para tu propia felicidad es, además de nefasto para ti, un
peligro, pues estás afirmando algo contrario a la vida y a la realidad.
"Por tanto, el tener una dependencia de otra
persona para estar alegre o triste es ir contra la corriente de la realidad,
pues la felicidad y la alegría no pueden venirme de fuera, ya que están dentro
de mí. Sólo yo puedo actualizar las potencias de amor y felicidad que están
dentro de mí y sólo lo que yo consiga expresar, desde esa realidad mía, me
puede hacer feliz, pues lo que me venga desde afuera podrá estimularme más o
menos, pero es incapaz de darme ni una pizca de felicidad.
"Dentro de mí suena una melodía cuando llega mi
amigo, y es mi melodía la que me hace feliz; y cuando mi amigo se va me quedo
lleno con su música, y no se agotan las melodías, pues con cada persona suena
otra melodía distinta que también me hace feliz y enriquece mi armonía. Puedo
tener una melodía o más, que me agraden en particular, pero no me agarro a
ellas, sino que me agradan cuando están conmigo y cuando no están, pues no
tengo la enfermedad de la nostalgia, sino que estoy tan feliz que no añoro
nada. La verdad es que yo no puedo echarte de menos porque estoy lleno de ti.
Si te echase de menos sería reconocer que al marcharte te quedaste fuera.
¡Pobre de mí, si cada vez que una persona amada se va, mi orquesta deja de
sonar!
"Cuando te quiero, te quiero independiente de mí, y
no enamorado de mí, sino enamorado de la vida. No se puede caminar cuando se
lleva a alguien agarrado. Se dice que tenemos necesidades emocionales: ser
querido, apreciado, pertenecer a otro, que se nos desee. No es verdad. Esto,
cuando se siente esa necesidad, es una enfermedad que viene de la inseguridad
afectiva.
Tanto la enfermedad, necesidad de sentirme querido, como
la medicina que se ansía, el amor recibido, están basados en premisas falsas.
Necesidades emocionales para conseguir la felicidad en el exterior, no hay
ninguna; puesto que tú eres el amor y la felicidad en ti mismo. Sólo mostrando
ese amor y gozándote en él vas a ser realmente feliz, sin agarraderas ni
deseos, puesto que tienes en ti todos los elementos para ser feliz.
"La respuesta de amor del exterior agrada y
estimula, pero no te da más felicidad de la que tú dispones, pues tú eres toda
la felicidad que seas capaz de desarrollar. El Espíritu es la Verdad, la Felicidad y la Realidad, y Él es la Fuente, dispuesta siempre
para llenarnos en la medida que, libremente, nos abramos a Él."
EXTRACTO DEL LIBRO "AUTOLIBERACIÓN INTERIOR"
DE ANTHONY DE
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