Encontrarme a mí misma
El otro día escuché a una persona decir que necesitaba irse de viaje para encontrarse a sí misma. Lo he escuchado en varias ocasiones y me ha dado cierta envidia, porque a mí no se me dio esa opción. Desgraciadamente, yo nunca tuve la oportunidad de ir a buscarme. La vida me puso delante de mí misma y me dijo: -esta que ves eres tú, aquí te tienes, a vivir y a luchar. Me conocí inmediatamente y pensé que como tal vez tendría que pasar conmigo el resto de mi vida, lo mejor era cogerme cariño cuanto antes. He tenido que agarrarme alguna vez que otra de la pechera y cantarme las cuarenta. Cuando me he visto sufrir, que han sido muchas veces, me he tratado con muchísimo cariño y me he recordado todo lo bueno que he ido viendo en mí a lo largo de mi existencia. Me he motivado. Me he escrito alguna que otra carta para demostrarme que se puede con casi todo. Cuando me he equivocado, me he solicitado una reunión urgente y he tenido que pedirme perdón. Es difícil humillarse delante de uno mismo y reconocer que te has pasado tres pueblos. Ando siempre a mi lado, y mi compañía me resulta simpática después de tantos años. Y así voy, charlando siempre con mi persona. A veces estoy de acuerdo conmigo y otras no. A veces, me gustaría ponerme las maletas en la calle, pero no lo hago, por si me voy de mi lado para siempre y me quedo sola. A veces me parezco una gran persona y otras me parece que estoy muy por debajo de lo que es ser una gran persona, entonces me exijo más, porque todo me parece poco para mejorar este mundo. Pero en definitiva, suelo respetarme, dialogar mucho conmigo, entenderme y empujarme cuando me quedo atrás. Y de esta manera, me voy llevando a camino como puedo. Porque si algo me enseñó la vida el mismo día que me puso delante de mí, es que no me dejase sola jamás, porque con tanto trabajo que he de sacar adelante desde bien temprano, al final, nunca encontraría el momento para ir a buscarme y sería una pena perderme mi propia existencia.
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