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viernes, 25 de febrero de 2022

DEL BLOG DE MAGDALENA SANCHEZ BLESA

La pasión de vivir 
La vida es emocionante, apasionante. Ponte la canción que más te gusta, esa que hace tanto tiempo que no escuchas. Cierra los ojos, dale volúmen y cántala como si fueses tú quien está en el escenario delante de 70.000 personas. La vida es pasión. Hoy eres Freddie Mercury cantando Bohemian Rhapsody en Londres, en el estadio Wembley. Pero siéntelo así. Apasiónate por todo lo que hagas. Si tocas las teclas de un piano en el aire mientras suena tu tema preferido, es tu piano el que suena en el mundo, porque sin tu pasión, no habría líderes, sin tus lágrimas en un concierto, no habría emociones, y sin emociones, no habría espectáculo. Eres público, y sin ti, no habría show. Tú eres, a través de tu pasión y tu emoción, quien tiene que hacer creer al artista que lo es. Y tú eres por extensión, ese artista en tu coche cantando camino del trabajo. Y si plantas un bonsai, si comienzas un cojín de ganchillo, si escribes un cuento, si haces la cena para toda la familia, si te comes una naranja en la puerta de tu casa, al sol de la tarde, si te mojas debajo de la lluvia una mañana camino del trabajo, todo, absolutamente todo lo que hagas, hazlo con pasión, como si hoy fuese el primer día de tu vida y estuvieras viendo el mundo por primera vez. No te acostumbres a vivir. Es un fallo que cometemos en muchas ocasiones. 
Te puede faltar dinero, fuerzas, tiempo, compañía, pero nunca te puede faltar pasión por lo que emprendas. 
Nos hemos acostumbrado a vivir, y solo el hecho de poder abrir los ojos cada mañana, debería ser motivo de felicidad, de dar saltos de alegría, pero hemos normalizado hasta nuestra respiración y nuestros latidos. 
Le hablo al chico que va cabizbajo al instituto, a la mujer que me escribió esta mañana diciéndome que no se siente nadie, le hablo al panadero, a la carnicera, al fraile, a la pianista y al relojero. Le hablo al político, al marinero, a la funcionaria, a la catedrática. Que nadie viva sin pasión su vida. Lo malo no es que vivamos los momentos difíciles de nuestra existencia con tristeza, lo malo es que los momentos alegres de la vida, los vivimos también desilusionados y sin emociones. Vamos tristes la mayoría de las veces por la calle. Asistimos a reuniones y vemos a gente triste, subimos a un bus y hay caras tristes. Falta una sonrisa perenne en las caras de la gente con la que nos vamos tropezando. Y de pronto, un día nos encontramos a alguien bailando en una plaza, y ponemos en tela de juicio que esté bien de la cabeza o haya tomado alguna sustancia. Podría ser, claro que sí, porque no es lo frecuente que bailemos en una plaza. No consideramos lo normal bailar en una plaza, y debería serlo. Como debería ser normal cantarle a mi vecina en la escalera un tema que me apasiona. Como debería ser normal tener el corazón lleno de alegría y contar un chiste a una persona mientras esperamos en un paso de peatones. Pero si haces eso, te empiezan a arreglar los papeles para el psiquiátrico. En cambio, si te haces un perfil falso en las redes sociales, es lo más normal del mundo, y si das a una persona una mala respuesta, tampoco se te ve desentonando, es normal también, y también es normal que insultemos al del coche que va delante de nosotros, y no piensa nadie que estemos idos. Es lo normal de la vida, decirle imbécil al que llevas delante en la autovía. Pero anda, dale un par de besos al cajero del supermercado porque te ha metido la compra en la cesta, y la gente se queda a cuadros. Nos descuadra la felicidad y la emoción de los demás, porque no es común. Falta pasión, falta dejar de estar acostumbrados a vivir. Eso es lo que falta. Hay que verlo todo como si fuera el primer día de nuestra vida. Te puede faltar tiempo, dinero, fuerzas, pero que no te falte pasión, esa pequeña locura de vivirlo todo como una novedad, como un acontecimiento único. Vive la vida cantando, bailando, amando a la humanidad como corresponde. Deja de ser un perfil falso, y ve a pecho descubierto por el mundo llenando de emociones y de pasiones tu existencia y la de los demás.  Y claro que es usted alguien, ya lo creo, querida señora que me ha escrito esta mañana. Es usted la dueña del beso que espera una persona triste en un paso de peatones.

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