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viernes, 18 de febrero de 2022

"Santidad, me considero más escultor que pintor".

"Santidad, me considero más escultor que pintor". 
Roma, Marzo de 1508. El Papa Julio II quiere renovar la decoración pictórica de la bóveda de la Capilla Sixtina, pintada de un azul claro con estrellas de oro, y confía su ejecución a Miguel Angel, que no recibe con agrado el encargo. El florentino se considera más escultor que pintor y habría preferido dedicarse sólo al proyecto de la tumba del Pontífice, iniciada en 1505. La primera parte de la bóveda fue descubierta en Agosto de 1511 y la inauguración oficial por Julio II el 2 de Noviembre de 1512. El programa inicial preveía doce grandes figuras de los Apóstoles y realizó un bosquejo preliminar que se encuentra actualmente en el British Museum londinense. Se le atribuye a Miguel Angel la ejecución completa de la obra, así como la estructuración de la composición y el planteamiento iconográfico e ideológico.
En su conjunto, las distintas partes de la obra se integran en un grandioso ciclo dedicado a la Historia de la Humanidad, desde la Creación al Pecado, a la Redención y al Fin del Mundo. Los frescos de las paredes son una representación del Reino de la Ley y de la Gracia, que de Cristo se continúa en sus Vicarios.
En la bóveda, el grandioso mito de Miguel Angel sobre la Creación y el Pecado. Miguel Angel entendió éstos como dramas de la humanidad entera y la Redención como un acto de esperanza y de fe que se realiza en todo momento y en todas partes. La doctrina Platónica lo lleva a una concepción del Hombre que no está anclada en los textos de catecismo o a la idea de la Revelación, sino a una espiritualidad profundamente interior. Al tono conmemorativo y hagiográfico del ciclo de las paredes se reemplaza una libre profesión de fe.
La finalidad declarada de la Curia Pontificia era subrayar el origen de la validez del poder del Papa, Vicario de Cristo. El último fresco de la Sixtina, el "Juicio Universal" no representa solamente la conclusión de toda la vicisitud humana, es también, por la atormentada fe de Miguel Angel, una admonición severa para la humanidad, frente a la muerte. Realizada veinte años después de concluida la bóveda, le fue encargada al artista por el Papa Pablo III Farnese. Sobre el altar, la inmensa composición con el gesto maldiciente de Cristo junto al torbellino de figuras representadas, sólo respeta a la Virgen, recogida en su resignada melancolía, y se expande hacia arriba con la Cruz y la Exaltación de los Instrumentos de la Pasión. Su inauguración se realizó el día de Navidad de 1541...

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