Y nos llegó la noche.
Y nos llegó la noche, y la luna con sus hilos de plata
tejió con estrellas nuestros cabellos
nos coronó con ellos nuestras sienes
nos dió ese toque de poderío, de respeto.
Y nos llegó la vejez más pronto de lo que esperamos
dándonos ese cetro de reinas...el bastón
y un trono con un sillón de reposo o una silla de ruedas,
¿Pero de qué me quejo, si muchos ni disfrutaron eso porque se nos adelantaron?.
El invierno en nuestras vidas llega
sin siquiera sentirlo, sólo nos damos cuenta
cuándo te dicen doña, señora o te preguntan...
¿mamá estás bien ahí, no te da mucho el aire?
Nuestra piel se arruga, nuestras manos se entorpecen
nuestras piernas ya no nos sostienen como antes pero tenemos
la fuerza que muchos jóvenes no tienen
los de 70 y más...¡somos de buena madera!
Mi rutina de diario me tiene contenta!
me baño, me visto, me peino y me maquillo mi cara si señor, no importa si la raya de mis cejas está chueca, o mi labial se va por un lado, si mis mejillas rebosan de un color encendido, si mis cabellos como pelusas, se las lleva el aire.
Les digo a mis hijos...¡el día que deje de arreglarme, es porque ya estaré muerta.
En fin, ya nos llegó la noche, el invierno, el ocaso!
Y con nuestros cabellos engarzados de estrellas con hilos plateados, somos ternura y amor somos la experiencia andando y orgullosas de ser un pasado...y aquí estamos.
Gracias Señor por darme más, mucho más de lo que yo te pedí.
Alda V.Alfaro Segovia 3 de febrero 2022.
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